sábado, 1 de abril de 2017

Oración al Santísimo Sacramento

Como he contado en mi otro blog, soy adorador. Todos los viernes, de 9 a 10 de la noche, es mi turno en la Adoración Perpetua. Es una hora de contemplación y oración que se me hace cortísima. Tengo mi ritual de oraciones y la primera, mi saludo por así decirlo, es esta Oración al Santísimo Sacramento, de Sto. Tomás de Aquino. Tiene un estilo parecido a la Oración para antes de estudiar, que comenté en una entrada anterior.

Cada vez que lo rezo mi admiración por Sto. Tomás crece. Me asombra su precisión: cómo reconoce los aspectos importantes de la vida y reza por ellos. El trozo que más me gusta es cuando pide ser «obediente sin contradicción, pobre sin rebajamiento, casto sin corrupción, paciente sin murmuración, humilde sin ficción, alegre sin disipación, maduro sin pesadumbre...» es decir, pide la virtud, pero la virtud pura, de alma, la virtud sin el defecto que tan fácilmente puedes tener si sólo la vives por fuera. Tanta precisión me hace pensar que todas estas debilidades y tentaciones las vivió. Que conoce íntimamente el alma débil. Que no nació santo ni consiguió su perfección sin esfuerzo.

Si quieres que Dios te dé la esencia de la perfección del alma, reza esta oración.

Oración al Santísimo Sacramento
Sto. Tomas de Aquino

Oh, santísimo Jesús, que aquí eres verdaderamente Dios escondido: concédeme desear ardientemente, buscar prudentemente, conocer verdaderamente y cumplir perfectamente, en alabanza y gloria de tu nombre, todo lo que te agrada. Ordena, oh Dios mío, el estado de mi vida: concédeme que conozca lo que de mí quieres y que lo cumpla como es menester y conviene a mi alma. Dame, oh Señor Dios mío, que no desfallezca entre las prosperidades y adversidades, para que ni en aquellas me ensalce ni en estas me abata. De ninguna cosa tenga gozo ni pena, sino de los que lleva a ti o aparta de ti. A nadie desee agradar o tema desagradar sino a ti. Séanme viles, Señor, todas las cosas transitorias y preciosas todas las eternas. Disgústeme, Señor, todo gozo sin ti y no desee cosa alguna fuera de ti. Séame deleitoso, oh Señor, cualquier trabajo por ti y enojoso el descanso sin ti.

Dame, oh Dios mío, levantar a ti mi corazón, frecuente y fervorosamente, hacerlo todo con amor, tener por muerto lo que no pertenece a tu servicio, hacer mis obras, no por rutina, sino refiriéndolas a ti con devoción.

Hazme, oh Jesús, amor mío y mi vida, obediente sin contradicción, pobre sin rebajamiento, casto sin corrupción, paciente sin murmuración, humilde sin ficción, alegre sin disipación, maduro sin pesadumbre, diligente sin inconstancia, temeroso de ti sin desesperación, veraz sin doblez. Haz que practique el bien sin presunción, que corrija al prójimo sin soberbia, que le edifique con palabras y obras sin fingimientos.

Dame, oh Señor Dios mío, un corazón vigilante que por ningún pensamiento curioso se aparte de ti. Dame un corazón noble que por ninguna intención siniestra se desvíe. Dame un corazón firme que por ninguna tribulación se quebrante. Dame un corazón libre que ninguna pasión violenta le domine.

Otórgame, oh Señor Dios mío, entendimiento que te conozca, diligencia que te busque, sabiduría que te halle, comportamiento que te agrade, perseverancia que confiadamente te espere y esperanza que, finalmente, te abrace. Dame que me aflija aquí con tus penas por la penitencia, que en el camino de mi vida use de tus beneficios por gracia y en la patria goce de tus alegrías por gloria.

Señor, que vives y reinas, Dios por todos los siglos de los siglos. Amén.

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